Ofer Laszewicki
Dicen que una imagen vale mas que mil palabras, así que un vídeo ya ni te digo. Hoy hemos emprendido ruta hacia el medio del desierto, hacia la nada, esa típica ruta de carretera de película en la que se abre una autopista en linea recta que parece no acabar jamás. Esto es tierra de camellos, beduinos, tormentas y altas temperaturas. Dátiles, palmeras, dunas y kilómetros de nada alrededor.
A medio camino decidimos parar y salir del coche cual exploradores. Parecía que no era para tanto, pero como podéis comprobar hacia un viento muy intenso. En dos minutos nos quedamos empapados y en estado de shock, pura diversión. No sé si es un complot internacional o que pasa, pero las inclemencias climatológicas nos persiguen por todo el territorio. De echo, en el norte hay más de dos metros de nieve y Jerusalén está cubierta por un preciosa capa blanca.
Esta noche hemos disfrutado con mi familia de un abundante manjar de Shabat, de esos que acabas rogando que te no te pongan mas comida en el plato. Como podéis ver, el tema del alimento no es algo que escasea por Israel, cosa que no lamentamos en absoluto. Lo último que pretendíamos era venir a pasar hambre. Mañana supongo que nos daremos una ruta por el desierto, veremos si mi tío Amnon se anima a llevarnos con su 4x4 por las rutas cercanas a Ein Yaav. Y nada, nuestro chip ya ha cambiado y nos hemos adaptado con facilidad a la calma del lugar, merece mucho la pena.
Ya os explicaremos que tal la jornada. Diblastos!
Shabat Shalom
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