domingo, 11 de marzo de 2012

Días 41 y 42 – Los cohetes vuelven, la vida continua

Ofer Laszewicki


Como imagino que ya habréis visto y oído en las noticias desde España, el ciclo de violencia vuelve al primer plano en esta conflictiva región. Justo cuando nos adentrábamos en la actividad de una meritoria organización pacifista, las trompetas de guerra volvían a sonar en la Franja de Gaza y las ciudades del sur de Israel. La historia, la de siempre: Israel mata a un cabecilla de una milicia, estos contestan lanzando decenas de mísiles, los helicópteros bombardean, caen nuevos cohetes... la historia de nunca acabar. Ya van más de 15 milicianos muertos en Gaza y los mísiles ya han impactado en el núcleo urbano de Beer Sheva. Hasta cuando durará todo esto? Les interesa a las partes implicadas terminar con ello? Espero que acabe cuanto antes, aunque todos los indicios hacen ser bastante pesimista.

No penséis que esto queda lejos de Tel Aviv. En Ashdod, a una media hora de aquí, las alarmas suenan constantemente y la población vive atemorizada. Lo que más sorprende es que por desgracia esto forma parte de la rutina, algo con lo que los israelíes lidian demasiado a menudo. Y aquí, desde la terraza del hostal donde escribo, parece que nada suceda: la gente va arriba y abajo, el tráfico continua, todo está abierto...vamos, que la vida continua. Es difícil de explicar con palabras y la verdad que ya ni sé que debe sentir la gente aquí sobre esto, pero vivir bajo la sombra constante de la violencia es muy, muy jodido.

Sobre nuestra estancia, pues está más cerca de su fin. Solo una semanita y “ciao Israel”. Ayer me pase el día escribiendo y retocando los reportajes que espero que ya hayáis leído en el otro blog y nos tomamos una botella de vino blanco para celebrarlo. Sinceramente, quedé bastante satisfecho con ambos, tanto por la experiencia vivido como por encontrar finalmente el hilo narrativo para explicar tan potentes historias. Aquí era Shabbat todavía, así que poco más podíamos hacer, aparte de hacer la colada, preparar un pedazo de revuelto para cenar y seguir mejorando nuestra técnica en la mesa de billar.

Y hoy, tras despertarme temprano por el ruido de los compañeros de habitación (hay gente estúpida que no respeta, de verdad, da mucha rabia!), nos fuimos a Hertz a alquilar de nuevo el coche. Si, la cosa de tener vehículo nos encantó, te da muchas facilidades, puedes llegar a rincones que en transporte público jamás conocerías y, además, es mucho más cómodo, que ostias. Lo tendremos de lunes a viernes, para irnos de nuevo hacia el norte a rematar un par de temas bastante potentes que ya tenemos “empezados”. Además, todavía no hemos visitado los Altos del Golán y toda la zona fronteriza con el Líbano, llena de preciosos lugares y enclaves históricos.

También hemos aprovechado el abrumante calor que hacía para bajar un rato a la playa e incluso nos hemos bañado. El agua estaba bien fresquita pero nos ha sentado de lujo, la verdad. No sé porqué estaba lleno de gente joven con cervezas en mano, jugando a palas y reposando al sol. Y mira que hoy es domingo, día laborable en Israel. Vete tu a saber. Tostados y hambrientos, nos dirigimos al restaurante de Ernesto, un italiano al lado del hostal que ofrece un “Business Menu” de ensalada, plato de pasta y bebida por 40 shekels, unos 8 euros, que no está nada mal. La jugada salió bien, y los macarrones con nata y champiñones son de agradecer de vez en cuando.

Y nada, ahora un poco de café negro, vida de hostal y poco más que contar. Mañana estaremos “on the road” y, como es de esperar, surgirán nuevos imprevistos para explicaros. Hasta entonces, sed pacientes, disfrutad de la vida y no os preocupéis, que en breves estaremos por Masnou de nuevo. Diblastos!


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