miércoles, 29 de febrero de 2012

Día 31: El Chevrolet resiste la tormenta

Ofer Laszewicki

Madre mía la que está cayendo por estas tierras amigos y amigas. Ya ayer nos advirtieron que el tiempo estaría revuelto, pero no imaginamos que llegaría a tanto. Rachas de viento fortísimas, lluvia a raudales e, incluso durante momentos, granizo por doquier. Aún así, el comando masnovita se mantuvo firme con sus propósitos y, a pesar de las adversidades, logró cumplir con sus objetivos previamente marcados.

A punto de salir volando...!
El motivo de nuestra travesía era mantener una entrevista con Muki Tsur, exsecretario del movimiento kibutziano y reconocido historiador y educador sobre la materia. La verdad, todo el mundo nos había hablado maravillas sobre él y nuestras expectativas se cumplieron. Tras cerca de hora y media de recorrido cruzando el ancho del “Galil” (nombre de la región montañosa) hasta el lago de Tiberias –otro de los múltiples lugares santos del cristianismo donde Cristo perdió su zapatilla o yo que sé-, nos encontramos con el citado personaje en el kibbutz Ginnosar, a orillas del mítico lago.

El resultado fue estupendo: tuvimos una charla donde nos explicó con muy curiosos ejemplos el pasado, presente y futuro de un movimiento muy idealista que, pese a las dificultades que ha afrontado a lo largo de su historia, hoy en día sigue vivo cien años más tarde. De echo, hoy era el aniversario del museo Yigal Allon –reconocido miembro del kibbutz y general de la mítica unidad Palmach-, por lo que el lugar se hallaba repleto de grupos de jóvenes procedentes de diversos puntos del territorio manteniendo fervientes debates sobre temas cruciales del país. Muki Tsur mantiene gran conexión con estos grupos, que forman las nuevas generaciones de “kibutzniks” con la pretensión de expandir sus tesis al resto del país.

Vacas del kibbutz Ginnosar
Tras visitar brevemente el museo y despedirnos de Muki, dimos una vuelta por el sitio, acercándonos a una plataforma que se adentraba en el mar. Por poco, el viento nos acaba tirando a su interior, así que huimos del lugar. Luego, fuimos en busca de imágenes de personas trabajando, y Oliver tuvo fortuna. Logró conocer a un tipo que le adentró a las granjas, donde pudo tomar buenas fotos para ilustrar nuestro futuro reportaje. Veremos que da de si todo ello.
Y nada, para culminar la tarea, como no, tocaba algo bueno de comer. Y ya sabéis lo que significa: una buena ración de humus. Nos dirigimos al nórdico pueblo de Rosh Pina, donde hay un puesto al lado de la comisaría que es puro amor. Humus con habas, huevo duro, aceite de oliva, pimentón rojo, perejil...ufff. De los mejores, y mira que hemos comido muchos eh. Como el oxígeno apenas regaba nuestro cerebro, tuvimos que ir directos al coche a siestear un poco, porqué entre el diluvio y la intensa digestión poco más podíamos hacer.



A la tarde tomamos dirección a Karmiel, a casa de familiares míos. Nos han recibido de lujo, nos hemos puesto de comida hasta las cejas y estamos en un estado de relax genial. Dicen que mañana va a nevar, así que en lugar de visitar la zona tal vez pillamos los guantes y nos liamos a una intifada de bolas de nieve entre Oli y yo. Veremos quien sale mejor parado. Yala Yala, go to sleep! Diblastos.

martes, 28 de febrero de 2012

Día 30 - Indagando en el limbo de la línea verde

Ofer Laszewicki

Alambrada de la base militar, al fondo puede verse la verja metalica que divide el territorio.

Probablemente, hoy ha sido uno de los días de más provecho durante nuestra estancia en Israel. Preparados con un buen desayuno y la ropa limpia de nuevo, nos disponíamos a recoger a Lidya Aissenberg, periodista “freelance” y educadora social, en su domicilio en el kibbutz Mishmar Ha’emek, ubicado en pleno corazón del precioso valle de Yizrae’el. Si bien la finalidad previa del encuentro era conocer el funcionamiento del Campus Givat Ha’viva, reconocido centro educativo en funcionamiento desde el 1949 y impulsor de múltiples proyectos en pro de la reconciliación de árabes y judíos, el plan acabó siendo distinto pero, a la vez, muy gratificante.

Tras invitarnos a un café en su casa y explicarle las intenciones de nuestra estancia aquí, nos demostró rápidamente su interés en ayudarnos a explicar lo que se cuece en la región, que no es poco. Primero, nos sacó unos mapas y nos ubicó geográficamente todos los puntos de interés. La misión era recorrer los puntos estratégicos de la zona noroeste de la línea verde, la zona que delimita el estado hebreo con los territorios palestinos de Cisjordania.

Barrera de seguridad o muro del Apartheid.
De entrada, una idea rápida: no creáis que toda la barrera divisoria se trata del inmenso muro de hormigón que normalmente habréis visto en televisión. El 90% del trazado esta formado por una verja metálica equipada con infinidad de cámaras de vigilancia, además de un camino de tierra intermedio por donde circulan las patrullas israelíes y diversos “Checkpoints” –puntos de control de tráfico humano- de medidas y funciones distintas. Aquí toda está a tiro de piedra: la misma ruta 66 donde está el kibbutz anteriormente citado lleva directamente a la emblemática ciudad palestina de Jenin, a la que se podía cruzar libremente antes de la segunda intifada del año 2000 y la posterior decisión de implantar la separación física.

Um el Fahem
Como ejemplo del enorme contraste de las dos narrativas existentes, para los israelíes se denomina “barrera de seguridad”, mientras que los palestinos lo denominan el “muro del Apartheid ”. Tras el inicio de la intifada, se produjeron en la zona brutales atentados: el primer cruce que pasamos alberga un monumento en memoria de diecisiete israelíes fallecidos al estallar un autobús de la compañía Eged. Y como éste, se dieron seis casos más. Al preguntarle sobre la cuestión, Lidya nos ofreció su opinión, que refleja perfectamente que no todo es tan “blanco o negro” como parece ser. Si bien no se manifestó en contra de la construcción de la separación, ya que lo creía conveniente para evitar la libre circulación de palestinos dispuestos a perpetrar atentados, si alzó su voz cuando se certificó que con su instalación Israel se “tragó” varios kilómetros de tierra más allá de la línea verde, donde actualmente existen cuatro asentamientos judíos.

Bartaa
La situación es perpleja: se ha creado una especie de “limbo” entre el límite original y la barrera, que ha dejado a varias poblaciones palestinas en zona de circulación israelí. Así es el caso de Bartaa, poblado dividido entre este y oeste. La parte este, en la que pudimos entrar, es parte de la zona B, bajo control de la Autoridad Nacional Palestina. Y, ciertamente, el panorama es muy distante a las aldeas árabes dentro de Israel: todo está echo polvo, mucha suciedad, no hay ley –los coches van por dónde les sale-, hay vendedores ambulantes a diestro y siniestro y las banderas palestinas ondean en todos los rincones.


Uno de los talleres de Giva Ha’viva.

En Bartaa pudimos disfrutar de un excelente manjar en un restaurante de un hombre muy amigo de Lydia. Esta, claramente identificada con su estrella de David colgando de su cuello, no tiene ningún problema en venir aquí, donde conoce mucha gente. Igual que en muchos otros poblados árabes. No todo es tan simple como parece desde fuera, creedme. Y esta mujer es uno de los más claros ejemplos. Izquierdista y pacifista convencida, ha dedicado toda su vida a luchar por el mutuo entendimiento, pese a haber vivido a pocos kilómetros de distancia los episodios más crueles de las continuas refriegas acontecidas.

Su tour nos llevó por todas las colinas estratégicas de la región, desde dónde podías presenciar con facilidad la cercanía de las aldeas palestinas con las colonias judías. Además, nos contó por el camino infinidad de buenas historias que ella ha escrito sobre las tan distintas gentes. De hecho, ella práctica un periodismo idéntico al que a nosotros nos interesa: centrado en historias humanas. La verdad, sería imposible citarlas todas aquí. Me encantaría poder volver y pasar más tiempo y poder trabajar bien en todo ello.

Ya a la tarde, nos llevó a Givat Ha’viva, pese a que ya estábamos algo agotados. Ahí nos encontramos con una encargada del centro de arte, donde se llevan a cabo talleres de fotografía, cine, pintura, cerámica o cocina, que sirven para romper el hielo entre jóvenes de ambos pueblos. Lo peor, según ella, los encuentros durante la segunda Intifada o la guerra de Gaza: de los momentos más duros jamás vividos.

Estuvimos poco más de hora y media, por lo que nos queda una cita pendiente para conocer más a fondo el lugar, entrevistar a más gente y completar un buen reportaje. Pero, como podéis certificar, las sensaciones son muy buenas. A la vuelta, atascos, lluvia y un leve desvío que nos costó un buen rato de carretera y manta. Aún así, llegamos sanos y salvos a Haifa, nos hemos cenado un buen salmón con la receta que les di –una salsa de aguacate y queso de cabra para acompañar, riquísimo- y a dormir pronto que mañana toca más. Estoy exhausto, el cuerpo derruido, pero la mente activa y el corazón palpitando. Este país da para mucho. Paz hermanos. Diblastos.

Pd: En el camino nos hemos encontrado unos jóvenes beduinos con una tropa de camellos de lo más curiosos! De echo, uno era blanco cual copito de nieve! Brutal!! 


Lo tipico, un camello blanco...



lunes, 27 de febrero de 2012

Dia 29 – Honrando mis raíces

Ofer Laszewicki

Tumba de Shmuel y Adela Rubin en el cementerio de Haifa
Hoy ha sido un día muy especial para mi. Tras un intento fracasado tres años atrás, esta vez he visitado el cementerio de Haifa, donde descansan en paz mis fallecidos abuelos Shmuel y Adela Rubin. Personalmente, me he sentido muy realizado al reecontrarme con ellos muchos años después, y me ha servido para hacer memoria y recordar con añoranza mis escasas experiencias vividas con ellos. Los abuelos Rubin vivieron en sus propias carnes la brutalidad del genocidio nazi. Jamás se borrará de mi memoria esas repugnantes cifras marcadas en la piel de mi abuela con las que intentaron despojarle de toda humanidad. Por fortuna, ambos fueron de los pocos que lograron salvarse y emigrar clandestinamente al único lugar donde creían que al fin estarían seguros. No obstante, no fue así, y tuvieron que vivir nuevamente las atrocidades y el sufrimiento de más guerras, esta vez lejos de su Polonia natal.

Pese a que tan solo tenía siete años cuando falleció mi abuelo, lo recuerdo como un gran hombre: serio, apuesto, inteligente y trabajador. De hecho, la familia que todavía tengo aquí solo hablan elogios sobre su personalidad y sus maneras. Mi abuela, fallecida en el 2006, fue una mujer muy sufrida y marcada a sangre y fuego por la tragedia del pasado. En fin, que estas humildes líneas van dedicadas en su memoria.

En el fondo he conducido yo porque Ofer no tiene ni idea de llevar gasolina.... paquet!
Ya en otro ámbito, el día ha estado muy bien. Alquilamos el coche a las diez de la mañana en Tel Aviv y tomamos la autopista 2 en dirección Haifa. El camino fue fácil y ameno, y en una hora ya estábamos en el monte del Carmel, lugar céntrico de la ciudad. Fuimos a ver lo jardines con la preciosa panorámica de la ciudad y dimos un breve paseo. Tras comer un shawarma de esos que te dejan K.O., bajamos al cementerio, que está prácticamente a pie del mar.

Visto que lucía un sol de tarde precioso y nos sentíamos muy a gusto, fuimos a tomar un café en el paseo marítimo. Una mesa al sol, con una leve brisa y un clima perfecto. Poco ambiente, tranquilidad...no se podía pedir nada más. Bueno, o tal vez si: que al pedir la cuenta no nos hubieran pasado a la vez la factura de la hipoteca. Todo un chollo: un café expreso y un capuchino más una botella de agua por el módico precio de 38 shekels, lo que vienen a ser más de 8 euros. Vamos, una ganga. Así da gusto tomar café!

Mezquita de Haifa del barrio de Kababir.
Ahora estamos de nuevo en el Kibbutz Ha’hoterim, donde nos acogen amablemente los amigos Ricardo y Geula. Mañana tenemos una cita temprano con la responsable de prensa de Givat Ha’viva, que por teléfono suena muy maja. Mientras suena Queen con mi Blackberrry, tomo zumo de pomelo y mantengo mis últimas gotas de energía, os mando un fuerte abrazo a todos. Os veo en tres semanas, si queréis claro. Diblastos!

Ofer en el kibbutz de Ha'Hoterim.








domingo, 26 de febrero de 2012

Días 26, 27 y 28: Empezamos el “Road Trip”!


Ofer Laszewicki Rubin



Saludos hermanos. Empieza la emoción. Acabamos de venir de la compañía de alquiler Hertz y hemos reservado coche para los próximos ocho días. La aventura empieza! De entrada, un factor curioso: la mayoría de tiendas escriben en internet que el primer requisito indispensable es tener 25 años. Así que, de entrada, fuimos con poca esperanza de obtener éxito. No obstante, tras preguntar en la mayoría de lugares y decir nuestra edad, la mayoría hacían como que “aquí no pasa nada”. No sé si es por las largas barbas que llevamos o porqué realmente en Israel cada uno se toma las normas como le apetece. Lo importante es que tenemos un coche a nuestra disposición por unos 200 euros por ocho días. Buen trato!

Este fin de semana lo hemos pasado en Tel Aviv viviendo a tope, sumergiéndonos en la imparable vida de la “Ciudad que nunca duerme”, tal y como se suele describir en todas las guías. Y es cierto: a las dos de la madrugada las calles siguen abarrotadas, los restaurantes siguen abiertos y tienes lugares de fiesta en todas las esquinas. Hemos pasado por todo tipo de locales y la verdad que ha sido increíble. Nuevamente, la vida en el hostal se ha animado, hemos hecho nuevos fichajes y nuestro incombustible compañero brasileño, Miguel, ha vuelto a dejar el listón bien alto! El fin de semana del ocho de marzo tenemos el "Purim", carnaval judío, así que se liará parda en las calles!

También hemos disfrutado de algún buen papeo como las hamburguesas de “Shu Sha”, artesanales y nutritivas para un día de resaca. O el kilo de pasta que cocinamos ayer con el cual alimentamos a medio hostal y todavía teníamos suficiente para dar de comer a varias unidades del ejército. 

Ahora vengo de beberme un zumo natural de naranja y granada de medio litro que me ha dado todas las vitaminas que no he consumido los últimos días. Me encantan, sobretodo las máquinas manuales con los que lo preparan. Los puedes tomar en todas las esquinas. Ah, el tiempo sigue siendo una verdadera mierda: hoy ha vuelto a llover y se confirma que este es probablemente el peor invierno en Israel desde su independencia. Pero tranquilos, no perdemos la fe!

Nuestra primera parada con el coche será en Haifa, dónde nos hospedaremos de nuevo en el Kibbutz Ha’hoterim. El lunes haremos un poco de visita turística y luego iré a visitar a mis abuelos al cementerio, una gran deuda pendiente que tengo con ellos. El martes por la mañana tenemos un reportaje a hacer, veremos que se cuece.

Vista aérea de Haifa desde sus preciosos jardines botánicos
Y luego, pues tenemos varias opciones: o visitar familia que tengo en Karmiel, subir más al norte cerca de los altos del Golan donde también tenemos amigos o simplemente perdernos por el más allá, que también está bien. Lo que es seguro es que el fin de semana lo pasaremos en el desierto del Negev, en Ein Yaav, donde viven el primo de mi madre que nos espera con los brazos abiertos. Ahí tenemos varias cosas a hacer, como coronar la cima del Masada, histórico poblado judío que resistió hasta el límite la invasión de los romanos, así que no nos aburriremos en absoluto.


El monte de Masada, que coronaremos como buenos exploradores
Hoy, a disfrutar nuestras últimas horas en Tel Aviv hasta la próxima semana. Pese al mal tiempo, saldremos a comer algo por ahí y ver que sucede. De verdad que os aconsejo que vengáis aquí, sobre todo en verano, esta ciudad es un pasada. Ya os contaré que tal mañana. Un abrazo, diblastos!

jueves, 23 de febrero de 2012

Dias 24 y 25: Viento en popa

Ofer Laszewicki

Seguimos aquí, no os preocupéis. El tiempo pasa y cada vez queda menos para nuestra vuelta a casa. Por una parte será una lástima, porqué todo esto acabará y realmente no sabemos que será de nosotros en nuestro país. Por otra, me muero de ganas de estar con mi chica, mi gente, mi guitarra y mi cama. Ahora mismo tengo una mezcla de sensaciones extrañas, pero supongo que tomando un par de cervezas todo se arreglará...

Bueno, a lo que toca, que me pongo filósofo. Ayer volvimos de Neveh Shalom satisfechos, pese a que nos tocó otra vez vivir la extensa ruta de autobuses de vuelta a Tel Aviv. Una vez de nuevo en nuestro hostal-refugio, nos pusimos a retocar el texto, imágenes y subir finalmente el reportaje. Al final, quedó algo decente que explica a resumidas cuentas que es lo que se cuece en esa curiosa aldea.

De postre hemos pedido un bote de oxígeno...
Por la tarde un poco de reposo, y para cerrar la jornada con éxito, nos fuimos a tomar unas cuantas cervezas belgas y holandesas en un agradable bar del centro de la ciudad. Ambiente joven, gente “cool”, humo y buen rollo. Con un punto de borrachera y sin nada en el estómago, regresamos para caer muertos en nuestras literas. Por fortuna, Oli duerme ahora encima mío en lugar de esa loca yanki que me despertaba cada mañana agitando durante media hora la cama, que pesadilla!


Ya esta mañana, tras gozar del intenso desayuno del ya mítico “Yala-Yala”, nos pusimos en contacto con la encargada de Relaciones Públicas de Nalaga’at Center, un curioso teatro-restaurante que conocimos mediante un “flyer”. Lo curioso del lugar es que la mayoría de sus miembros son ciegos y sordos. Entre sus actividades, ofrecen interesantes actuaciones teatrales, cenas totalmente a oscuras dónde experimentas al máximo las sensaciones gustativas y un café en el que puedes ir a tomar algo en cuanto te plazca. La idea es hacer un buen reportaje de cómo funciona el lugar, poder conocer a la gente de ahí, entrar al “backstage” y poder tener algo potente a nivel visual. Además, a la mujer le ha parecido estupendo y nos conseguirá pases para todo! Seguramente seremos invitados el próximo miércoles.


Además, ya tenemos citado otro encuentro el martes con el Givat Ha’viva, una especie de campus dónde llevan trabajando mucho tiempo por la paz y el entendimiento entre árabes y judíos. Veremos que depara.

El día ha sido intenso, y tras cruzarnos caminando la ciudad de arriba abajo, hemos decidido que era un buen “Humus time”. Fuimos a “Abu Hasan”, toda una meca de tan rico y barato manjar, y el resultado, como era de esperar, ha sido excelente. Luego, un paseito con el sol de tarde por Yafo, un bonito barrio-distrito del sur de Tel Aviv, dónde se mezclan comercios y residentes de todas etnias y religiones. Calles soleadas, mercadillos callejeros, tiendas de artesanos curiosísimas –te venden desde una nevera, pasando por tenedores del siglo 2 a.C, Levi’s falsos, antigüedades raras, exprimidores, etc- y movimiento continuo. Sorprende ver como en pocos metros se levanta una mezquita al lado de una iglesia, como un soldado israelí va a comer humus al restaurante de un árabe y como los rezos islámicos invaden el puerto de Yafo. Todo forma parte de la vida cotidiana del lugar.


Ahora estamos en el hostal, a punto de tomar la primera cerveza y preparando una salida nocturna. Veremos en que depara. Lo que es seguro es que la próxima semana será de lo más intensa a nivel periodístico. El resto, está por ver. Saludos, pitas y diblastos.

martes, 21 de febrero de 2012

Dia 23 – Neveh Shalom, un ejemplo a seguir

Ofer Laszewicki

En una de estas "casitas" nos alojamos.
Saludos amados seguidores de Diblastos. No me voy a explayar demasiado, ya que llevo casi cuatro horas escribiendo el artículo sobre Neveh Shalom. Como podéis imaginar, nuestra estancia ha sido de lo más provechosa, hemos logrado buenas fuentes y, en mi opinión, he logrado plasmar un completo artículo que verá la luz mañana una vez tengamos retocadas las imágenes.

Nos despertamos a las seis de la mañana y no hemos parado: primero, visita guiada y explicación del pueblo. Luego, entrevista personal con el encargado de relación con la prensa y, por último, una agradable conversación con el propietario del único café del pueblo y exalcalde del lugar. Todo ello queda bien explicado en el artículo, no os preocupéis.

Todo el camino que véis, es lo que hemos tenido que andar...
 Como teníamos todavía medio día libre, nos hemos marcado una buena caminata de una hora hasta un kibbutz del valle, para comprar algo en el supermercado. Como no, humus. Con el estómago lleno, nos hemos marcado una buena siesta campestre en el césped como en las mejores películas. A la vuelta, el autostop nos ha salvado de una dura caminata en subida con el sol quemando nuestros cogotes.

Un pueblerino de Neve - Shalom nos ha subido de vuelta cuando hacíamos autoestop.
 El resto de la tarde la dediqué a escribir, mientras que Oli leía y dormía al mismo tiempo. Algo de cena improvisada, escribir esto y planearnos un poco la jornada de mañana, en la que intentaremos sacar cuatro fotos en el interior del colegio y nos volveremos para Tel Aviv. Ni me repaso el texto, así que si hay alguna salvajada ortográfica es lo que hay! Diblastos para todos.

lunes, 20 de febrero de 2012

Dia 22: Un coche no estaría de más

Ofer Laszewicki

Tal como reza el título, tener vehículo a mano solventaría muchos inconvenientes. Cierto es que uno puede vivir igual, pero aquí en Israel depender de transporte público a veces te supone problemas que podrían evitarse. Para ser más claros: hoy nos movíamos de Tel Aviv a Neve Shalom, un poblado en un colina de camino a Jerusalén, lo que supongo que no serán más de cien kilómetros de distancia. Pues bien, la travesía nos ha supuesto casi todo el día.

Cena romantica con jamón iberico y pitas.
  La movida era que hasta pasadas las diez de la mañana no he tenido confirmación de la mujer que organiza la visita al poblado. Tras el visto bueno, hemos reservado en el hotel y al preguntar como se llega nos han comentado que solo viajan tres autobuses al día –a las 8, a las 12 y a las 6 de la tarde- desde Ramla, una ciudad a una media hora de distancia. Visto lo visto, hemos pasado la mañana en Tel Aviv, paseando bajo el sol y disfrutando al fin del calorcito. Ya al mediodía, empezar la conexión de autobuses: del hostal a la estación central, luego a Ramla, dónde tuvimos que esperar dos horitas, y al fin a nuestro destino. Vamos, un coñazo.

Lo primero que hemos hecho al llegar al hostal.
 En fin, el lugar está bien, tenemos una especie de bungalow propio dónde dormiremos a gusto y mañana nos despertaremos para tratar de ver el amanecer. Luego desayuno y a las ocho y media empezaremos la jornada junto a un grupo de americanos que ahora mismo tenemos sentados al lado y tienen ese típico acento inglés yanki que parece que estén mascando chicle todo el día. Lo olvidaba: también nos hemos marcado una cena romántica a base de pitas, jamón ibérico y queso fresco magnífica sonando Frank Sinatra de fondo.

Esperemos poder sacar buen material y escribir algo potente, que ya toca. Entre una cosa y la otra nos está siendo difícil concretar temas, pero no desistimos. Una vez acabemos la jornada veremos con que podemos seguir. Nada más amigos. Diblastos.

domingo, 19 de febrero de 2012

Dias 20 y 21: Redescubriendo el pasado


Ofer Laszewicki

Muy buenas de nuevo amigos y amigas. Lamento no haber escrito ayer, pero ciertamente fue un día poco destacable. Tel Aviv estaba azotada por una especie de huracán Katrina o algo similar, cosa que nos influyó muchísimo en nuestro estado de ánimo. Lluvia a trompicones, viento fuertísimo, oscuridad y malas vibraciones. Como no podía ser de otro modo, nuestro físico se resintió: Oliver estuvo todo el día medio enfermizo con dolor de barriga constante y yo, todavía no sé porqué, me desperté con un dolor en el músculo del cuello que todavía estoy superando. Vamos, un bodrio.



Lo poco que hicimos fue salir a dar una vuelta por el paseo marítimo para ver las olas romper, empaparnos un poco y confirmar que lo mejor era quedarse internado en el refugio. Dado su bajo estado de forma, mi socio volvió rápidamente a la cama, mientras que yo decidí ir a comer un humus al Abu-Dhabi, para ver si entre el buen plato que te sirven y el reggae que ameniza la comida me inyectaban algo de buenas vibraciones. Del resto, poco más: algún té, otra lección de billar –y ya van- y unas risas con los personajes que corren por aquí. Ah, y vi de nuevo el Espanyol gracias a la gentileza de rojadirecta.me.

Ofer y yo cobijándonos de la tormenta.
 Hoy, tras el desayuno –que mal me ha sentado el “shakshuka”(huevos con carne y cebolla y picante, un puro infierno matinal!)-, tocaba hacer de nuevo la colada, ya que los calcetines de Oli eran más peligrosos que la amenaza nuclear iraní y mis gallumbos, dada la shakshuka, eran manjar del mismo satanás. Tras la correspondiente hora de lavado y secado, fuimos a por la siguiente meta: la visita al Museo de la Diáspora, o Bet Hatsfutsot en el lenguaje local.

Para los que no saben de que va el tema, los judíos somos un pueblo que durante miles de años hemos vagado por lugares de lo más variopintos a lo ancho y largo del planeta. Amados por pocos, odiados por muchos, los judíos se establecieron en muchos países, se mezclaron con sus culturas y huyeron demasiadas veces por motivos difíciles de explicar. Lo más importante, no obstante, es recordar que el judaísmo nació aquí, en lo que hoy es Israel, por lo que la creación del estado más de sesenta años atrás no es fruto de ninguna casualidad ni es resultado directo del genocidio nazi, la cosa viene de mucho antes.


Por un recorrido muy bien estructurado, el visitante logra conocer mediante gran multitud de datos, reproducciones, objetos, y audiovisuales los diferentes aspectos a tener en cuenta para conocer a fondo el judaísmo: la tradición, las festividades, el culto, los epicentros de la diáspora durante sus distintas fases, la persecución, la resistencia y la definitiva creación del estado. Además, se hacen múltiples referencias a aspectos culturales, como el teatro o la música, entre otros, que tan ligados estuvieron a los judíos europeos del pasado siglo. La verdad, es difícil asimilar tal cantidad de historia en tan solo tres horas, por lo que os recomiendo que si algún día lo visitáis lo hagáis con mucho más tiempo.


A la salida, de nuevo lluvia. Fuck. No esperábamos esto aquí, parece que es el año más lluvioso desde que nació Jesús, o eso parece. Las piernas estaban cansadas y los estómagos vacíos, así que el objetivo a la vuelta era pasar por el supermercado y comprar lo básico para preparar una “carbonara oriental” (digo lo de oriental porqué encontrar bacón aquí es más difícil que contactar con Dios): cebolla por doquier, champiñones a precio de oro, unas salchichas baratas, nata y espaguetis. El resultado, tras hora y pico de esfuerzo y dedicación, ha sido de lo más resultón.

Y nada, aquí estoy, escuchando al gran Bob Dylan para inspirarme escribiendo mis humildes reflexiones. Nuestro siguiente plan, si todo va bien, es visitar Neveh Shalom/Wahat al Salam, un poblado dónde conviven judíos y árabes fundado a finales de los años 70. Este lugar es todo un ejemplo por diversos proyectos educativos, culturales y sociales que ha llevado a cabo y que demuestran que con un poco de voluntad este cansino conflicto podría pasar definitivamente a la historia. Lamentablemente, a día de hoy hay muchos factores que lo impiden. De momento, la encargada de hacer las recepciones y explicaciones a foráneos no nos atiende el teléfono, por lo que esperaré hasta la mañana para tener confirmación.

Además, tenemos el contacto de Muki Tsur, hijo del primer embajador israelí en Argentina y reconocido miembro del movimiento kibutziano con el que tendremos el privilegio de poder encontrarnos para acabar de definir nuestro reportaje sobre la materia. Tiene buena pinta, pero desafortunadamente tampoco ha atendido mi llamada.
Así que, con un té y “Hurricane” sonando a todo volumen, me despido hasta que tengamos novedades. Saludos y paz a todos. Diblastos.

viernes, 17 de febrero de 2012

Dias 18 y 19: "Shelter from the storm"

Ofer Laszewicki

Soldado dormido en Be'er Sheva
Ayer fue un día totalmente vacacional, por lo que la actualización del blog quedó totalmente descuidada. Básicamente, nos dedicamos a comer, dar un pequeño paseo, comer, comer y descansar, porqué ya no podíamos comer más. Si, es lo que tiene la hospitalidad israelí, que te pones hasta las cejas. Estuvimos de visita en Mishmar Ha'Negev, dónde Irene y David nos recibieron estupendamente para pasar un tranquila jornada en el norte del desierto. Nada más llegar, una deliciosa carne al horno con papas, acompañado de verduras frescas de la región. Dos horas después, la hora del café acompañado de una tarta de chocolate y otra de queso. Y para finiquitar, una cena a base de crema de brocoli y pasta a la carbonara. El Oli se fue rodando a la cama.

En el Kibbutz de Mishmar Ha'Negev
Hoy el día amaneció apocalíptico: en el Kibbutz soplaba un fuerte viento, el cielo estaba gris oscuro y las nubes amenazaban tormenta de la buena. Visto lo visto, el paseo por Beer Sheva quedó en nada y fuimos directos a la parada de autobús para volver de nuevo a nuestra casa, es decir, el hostal Gordon Inn. Y suerte que tuvimos: pocos minutos después se inició el gran diluvio, que por suerte pudimos contemplar desde nuestro refugio.El estado de ánimo de hoy no es el más óptimo: Oli tiene algo de dolor de muela, yo una especie de tortícolis, el día es horrible y no tenemos ningún plan para el fin de semana. Veremos en que deriva todo. De momento, hemos llamado a Uri en busca de asilo, así que compraremos algo de cena y cervezas y nos pondremos una selección del mejor rock que tanto echo de menos.


Las fotos las subiremos más tarde, ya que el fotógrafo está totalmente inválido y ni tiene la tarjeta gráfica a mano. Así que tendrán que esperar. Nos vemos hermanos. Diblastos.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Día 17: Últimos suspiros en el Gordon Inn

Ofer Laszewicki

Tras una intensa y memorable estancia en el hostal Gordon Inn, mañana cambiamos definitivamente de aires. El próximo destino es en el Kibbutz Mishmar Ha’Negev, ya en el pleno desierto que supone casi la mitad de la superficie de Israel. No sabemos si más adelante volveremos a este lugar, pero lo que es seguro es que lo recordaremos con añoranza. Menudos personajes corren por aquí!
Ofer deborando a Carl


Os voy a hablar sobre alguno de ellos. Por ejemplo, un perla surafricano llamado Karl, que desde que llegamos no se ha movido de aquí. Lo más lejos, al bar Elliot’s ubicado a diez metros a por su bocadillo diario. El resto de tiempo, lo pasa envuelto en la manta de la habitación y, cuando se aventura, baja a la sala común, se enchufa los cascos, y empieza a indagar por la red viendo videos estúpidos y jugando partidas de rol. Todavía no hemos entendido como alguien viene a pasar un mes a Tel Aviv y no sabe que se cuece a una manzana de distancia. Pero no es el único: hay un tipo llamado Marc, con voz de coyote y una buena panza feliz que está sentado todo el día con el Mac consultando a saber que. Incomprensible.

Yala yala, go to sleep!
Aún así, el “number one”, sin lugar a dudas, es el cocinero, apodado “Yala-Yala go to sleep” (básicamente porqué es la única frase en inglés que sabe decir). Es un tipo de lo más cómico, que no se cambió la camiseta en cuatro días, con una barriga prominente y con un mono de tabaco que da gusto. Todo el que llega nuevo al hostal se queda pasmado ante su derroche de personalidad. Además, como lo caemos bien, nos deja abierta la nevera y nos deja cenar “por la patilla”, así que ayer nos marcamos una cena de humus, ensaladilla rusa, queso fresco, huevos y pita que nos dejó al borde del colapso digestivo. Os aconsejo que si algún día os animáis a venir por estas tierras vengáis a conocerlo, es un crack.

Del día, pues poco que añadir. Visto que pintaba lluvia, nos fuimos a visitar el museo de la Ha’gana, que para los que no sepáis de que va, fue la milicia que agrupó a los guerrilleros judíos que lucharon en las escaramuzas contra los árabes y perpetraron los ataques contra los ingleses antes de la creación del Estado de Israel. Una vez fundado, se constituyeron como las Fuerzas Armadas tal y como se conocen hoy en día. Un buen repaso a la historia para conocer los precedentes de sangre, sudor y lágrimas que lamentablemente han teñido la corta vida de este país.

Primer plato caliente en varios días!
Como llevábamos varios días sin ingerir un solo plato caliente, fuimos al supermercado a por espaguetis, tomate, cebolla, berenjena y pimiento y nos hemos cocinado unos unas raciones de pasta que nos han alegrado el alma. Con paciencia, a fuego lento, hemos logrado un buen manjar.


Después de dar unas lecciones de billar a Oliver –siempre me reservo mis mejores cartas para el final-, nos bajamos a un pub Irlandés en la zona del paseo marítimo, dónde puedes tomarte una gran pinta de Guiness por 18 shekels, lo que equivalen a casi cuatro pavos. No está del todo mal visto lo visto. Ahora, nos hallamos en el hostal con unas “Tuborgs” en las manos, haciendo unas últimas risas y diciendo estupideces. Es lo que tiene estar 24 horas al día juntos, que al final nuestras conversaciones son de lo más interesantes!

Va, voy a fumar a la terraza. Que hay un andaluz que pinta majo. A ver que dice. Yala yala go to sleep!!!! Pitas y diblastos!

martes, 14 de febrero de 2012

Día 16 - Yad Tabenkin: el templo de la investigación

Ofer Laszewicki


Hoy, dos semanas después, volvimos a Ramat Ef’al, lugar dónde Aaron Barnea de The Parents Circle nos concedió la primera vista. Esta vez, no obstante, el objetivo era diferente: habíamos quedado con Iaakov Oved, un veterano trabajador del archivo histórico de Yad Tabenkin y experto conocedor de las comunas alrededor del mundo. El fin era poder avanzar en nuestra intención de completar un amplio reportaje sobre el estado actual de los Kibbutzim.


La experiencia fue buenísima: pese a que llegamos con ciertas dudas de cómo iría la cosa, fue muy provechoso. Digamos que en poco más de dos horas hemos sacado muchísimos contactos, hemos conversado con Manolo Topel, investigador del movimiento kibbutziano y autor de un interesantísimo doctorado sobre la materia y logramos el teléfono de Muki Tsur, uno de los más prestigiosos ideólogos del movimiento.

Además, dimos un paseo por el archivo y la biblioteca, y comprobamos que en éste lugar alberga mucha sabiduría. Decenas de despachos repletos de libros y gente de lo más cultivada con muchas ganas de hablar. Y lo más importante: todos hablan castellano. Uno es búlgaro, el otro marroquí, más argentinos... pero saben hablar lengua de Cervantes muy fluidamente. Genial para nuestro cometido. En fin, mañana haré unas cuantas llamadas y a ver como podemos empezar a tirar del hilo, pero de momento ya contamos con un marco general de lo más interesante.


Por la tarde quedamos con el periodista Sal Emergui, freelance en Israel desde el 1998 y actual colaborador de El Mundo, La Sexta y RAC1. Compartimos un par de horas en un café en la plaza Itzaak Rabin en Tel Aviv, dónde nos contó un poco como desarrolla su oficio en un lugar de comprometido como éste, que en resumen se basa en que si no hay bombas o muertos, las noticias no interesan en las redacciones de los medios españoles. Y así va la cosa...

Ahora nos ponemos a ver el Barça por rojadirecta, que de momento parece que no está perseguida por la CIA...veremos hasta cuando. Paz y humus. Diblastos.

lunes, 13 de febrero de 2012

Dia 15 - "Contacts day"

Ofer Laszewicki

La jornada empezó con un sol radiante, una temperatura cercana a los 25 grados y una sensación de buenas vibraciones recorriendo mis venas. Hoy empezábamos nuestra tercera semana en Israel y ya nos sentimos totalmente instalados aquí. Tel Aviv es una ciudad que me tiene enamorado. Por sus gentes, sus calles, su ambiente, su vitalidad, su diversidad y la mujer que me prepara el falafel cada noche. Lo que no me congratula tanto son los altos precios, difíciles de asumir para unos jóvenes españoles que vienen aquí a gastar todo lo que les queda sin saber que "carajo" pasará con sus vidas una vez vuelvan al depresivo Estado español.

En fin, mejor hablar de la actualidad aquí. A eso de las once, nos plantamos en la oficina de la Foreign Press Association, dónde una muy amable mujer nos ha atendido con mucho gusto. La intención por nuestra parte era clara: presentarnos, explicar nuestro proyecto e intentar sacar algo positivo. Y así fue: salimos con una guía actualizada con los contactos de la mayoría de corresponsales de todo el mundo que trabajan en Israel, además de una larga lista de organizaciones, entidades e instituciones oficiales. Todo una biblia para un periodista de la región. Animados por el éxito, volvimos al hostal a conectarnos a la red y empezar a escribir a gente sin parar. Esperemos que el resultado sea bueno.

De momento, mantenemos contacto con otra interesante organización llamada Combatans for Peace. De momento, estamos intentando incorporarnos a unos tours que organizan en Betlehem, Nablus y Jerusalén Este, en los cuales explican un poco lo que ocurre sobre el terreno. Si leéis sobre ellos, vereis que es realmente interesante. Además, esperamos encontrarnos en breves con reconocidos corresponsales como Henrique Cymerman, Sal Emergi, Daniel Blumenthal o Jana Beris para ver si pueden orientarnos mejor en nuestro proyecto.

Mañana por la mañana nos dirigimos hacia Ramat Efal, lugar dónde hicimos nuestra primera entrevista con Aaron Barnea de The Parents Circle, a entrevistarnos con Yacoov Oved, un veterano estudioso del tema de los Kibbutz. Esperemos que salga algo de provecho para ir recopilando background sobre la materia y hacer algo digno.

Estamos pendientes de que unos amigos de un Kibbutz cerca de Beer Sheva nos confirmen para que los vayamos a visitar. Probablemente será este miércoles, pero dependemos de ellos para acabar de organizar la semana. Así que, por el momento, nos mantenemos en el hostal de Tel Aviv, que está estupendamente bien.
Os dejo que me ponga a hablar con Georgina! Abrazos. Diblastos!

domingo, 12 de febrero de 2012

Día 14: Lavandería, falafeles y billares

Ofer Laszewicki

Dolor de cabeza. Cara enganchada a la almohada. Cerca de las doce, la cara de Oliver asoma por mi litera. “Que hora es”?, pregunto. Nuestro deplorable estado físico era resultado de la noche anterior. Pura diversión. Acompañados de la cuadrilla del hostal, formada por una mezcla de suizos, más suizos, un brasileño y un argentino que ahora está vagando por Estambul (un saludo Sebas!), nos aventuramos a descubrir que ofrecía la fiesta de Tel Aviv. Y, visto el resultado, fue un éxito. 
Boris y Vladimir in da ghetto
La primera impresión al entrar a los locales es de lo más bizarra: clubs instalados en centros comerciales o en los bajos de edificios comunes que en su interior albergan fiestas de lo más curiosas que jamás haya vivido. La estrella de la noche, como no, fue Oliver. Sino, que pregunten al resto de la expedición. Ciertamente, pasamos un gran rato, nos metimos en uno de los lugares de trance-techno que al parecer gozan de tanto renombre en todo el mundo y lo vivimos como si fuera nuestra verdadera pasión. Que remedio, porqué aquí parece que el Rock ‘n’ Roll forma parte de la historia.
           
Ya por la mañana, y tras haberme perdido el nutritivo desayuno del hostal, decidimos que ya era hora de lavar la ropa. Si, usar la misma que la semana pasada en Jerusalén dándole la vuelta no es una gran solución. Así que cogimos la bolsa de prendas sucias, tomamos café y litros de agua para recomponernos y bajamos a hacer la colada. Durante la largo rato de espera, probamos el falafel del restaurante de enfrente –bueno, bonito y baratísimo, unos 10 shekel (2 euros)- y conocimos un hombre mayor de lo más peculiar llamado Yosef. Judío nacido en Líbano, emigró a Israel en 1975 huyendo de la crueldad de la guerra civil de su país. De ahí, a Estados Unidos a labrarse un futuro, país que describía casi como un paraíso. De hecho, prefiere Brooklyn a Tel Aviv. En fin, uno de esos señores que le preguntas la hora y te suelta una hora de conversación.



Luego, al hostal a reposar. Unos billares con los primeros que aparecían, más café, cigarros en la terraza y consultar la actualidad. Por lo que veo, el Barça sigue sin ganar de visitante, cosa que en absoluto me entristece (Si, ya sé que el Espanyol ha perdido contra el último clasificado, pero eso ya es tradición). Ah, también he visto un peliculón que os recomiendo: “Lions for Lambs”, del mítico Robert Redford. Habla sobre la guerra de Afganistán, el poder, la prensa y la educación sobre todo ello. Muy aconsejable.

Como el falafel era calité y económico, decidimos repetir ambos, así que hemos culminado un doblete que da gusto. Unas cervezas en el supermercado 24 horas AM-PM (3 de 50 cl. por 18 shekels, lo cual visto el panorama está muy bien). Más billares, más risas en el hostal, conociendo nueva gente y disfrutando de la vida.



Mañana sobre las diez tenemos “cita laboral”, veremos si sacamos algo de provecho. Os informaremos sobre ello. Paz, amor y falafel. Diblastos.

sábado, 11 de febrero de 2012

Dias 12 y 13 – A falta de pan, bueno es Tel Aviv

 Ofer Laszewicki

Ayer fue, probablemente, uno de los peores días de nuestra estancia en Israel. Dejamos Jerusalén por la mañana sin saber muy bien que hacer. La opción que barajamos, ir a un Kibbutz cerca de Beer Sheva –ya en el desierto del Negev-, nos falló porqué la familia que nos acogía tenía otros planes y no les iba del todo bien. Así que la alternativa era volver a Tel Aviv, que de hecho es el lugar más interesante en el que podemos estar.

De entrada, fuimos directos al hostal dónde estuvimos anteriormente, en el distrito de Florentine, pero el aforo estaba completo. Fuck. “Que hacemos ahora”?, nos lamentábamos. Por suerte, el tipo era majo y nos dejó entrar para conectarnos y buscar alternativas para pasar la noche. Finalmente, la opción que encontramos fue casi mejor: el hostal Gordon Inn, ubicado en pleno centro de la ciudad, a dos minutos de la playa y en la zona de más movimiento, tanto de día como de noche. Pese a que pagamos algo más –90 shekels la noche, unos 20 euros-, los servicios son mucho mejores: está limpio, es grande, te dan un desayuno tremendo, las duchas están calientes (parece una obviedad, pero en Jerusalén solo tuve agua caliente un día), tenemos un billar, café gratis y buena compañía.

Al mediodía, la mejor amiga de mi madre, Liora, nos invitó a comer con su marido Yosi y su hijo Amit en un restaurante en Yaffo, al sur de la ciudad, dónde disfrutamos de un buen manjar y compartimos con ellos un buen rato, que a la vez nos sirvió para tranquilizarnos un poco.

Tras descansar un rato, decidimos culminar bien la jornada. Nos juntamos con un brasileño del hostal, Miguel, y un argentino que conocimos en Jerusalén, Sebastián, y nos fuimos a ver que ofrecía la noche. Al final, acabamos en un Pub muy acogedor en la calle Ha Ayarkon: sonaban The Doors, servían buen whisky, la camarera era de lo más maja y nos quedamos encantados. El tipo brasileño es de esos personajes imposible de olvidar, curtido en mil viajes y mil batallas.

Hoy por la mañana, afrontando la leve resaca de la noche anterior, decidimos intentar hacer algo de provecho. Por la mañana, Oliver estuvo retocando las imágenes del fotorreportaje de Jerusalén, que a mi juicio son muy resultonas, y mandamos un par de correos para ver si podemos avanzar por algún frente. La verdad, venir aquí sin trabajar para nadie y sin tener apenas contactos es muy complicado, pero no tiramos la toalla. El lunes tenemos cita con la Federación de Prensa de Israel, así que tal vez nos sirve para tirar un poco del hilo.

Sobre las 12, y bajo un sol radiante, nos fuimos un poco de paseo por el centro. Hoy era Shabath –día de descanso- y el ambiente era de lo más relajado: familias paseando, gente sentada en los parques y los cafés a rebosar. La temperatura, cercana a los 20 grados, también era optima para estar tan a gusto. 

Por la tarde, a las cuatro, habíamos quedado con uno de los supuestos responsables del local que sirve de refugio para los inmigrantes sudaneses de la calle Levinsky. No obstante, pese a que teníamos muchas esperanzas en lograr el permiso para que nos dejaran fotografiar el lugar, fue imposible. Su nefasto inglés, la poca coordinación y la ausencia de Ahmed, el tipo con el que habíamos quedado, no nos facilitó la tarea. A pesar de todo, nos dimos una buena vuelta por el barrio, donde pudimos comprobar de nuevo las precarias condiciones de vida de los que ahí residen.


Justo a esa hora, un grupo de voluntarios de un grupo llamado “King David” vinieron a amenizar la tarde con espectáculos teatrales, danzas, canciones y sonrisas. La verdad, una tarea muy importante. Tras ello, repartieron algo de comida entre los asistentes y siguieron dándole a las guitarras y las palmas.

Ahora nos encontramos en el hostal nuevamente, con una cerveza en mano, negociando con los compañeros que hacer esta noche. Veremos en que depara todo. Paro que ya estoy escribiendo una nueva biblia...Diblastos!


Una de las pocas imágenes que hemos conseguido dentro del local de sudaneses.