Oliver de Ros
Hoy nos hemos despertado después de haber tenido un día larguísimo ayer. Hemos recogido nuestras cosas del Youth Hostel donde estábamos y hemos caminado hasta la estación de trenes de Tel Aviv, ahí acababan nuestros días en esta ciudad. Una vez ahi, hemos pagado 30 sheckels (6 euros) por un ticket dirección Haifa, un tren muy cómodo y un viaje tan corto como entretenido. Los trenes en este país son de lo mejor!
Antes de darnos cuenta ya estábamos en Haifa. Ricardo, el bueno amigo argentino de los padres de Ofer, ha venido a buscarnos y nos ha llevado hasta su casa, en kibbutz Ha'Hotrim. El lugar es tan tranquilo que hasta los perros tienen unos andares hipnotizantemente lentos, todo es paz y harmonía. Hemos comido con ellos y nos han llevado primero a un pequeño pueblecito de dadaístas, donde miraras hacia donde miraras estaba todo adornado de manera estrafalaria. Luego, hemos seguido montaña arriba y hemos llegado a un pueblo muy pequeño de beduinos. Sólo entrar nos hemos cruzado con un hombre que iba a caballo, lo curioso era que el caballo iba sin monturas, y el jinete le azotaba enérgicamente; con el polvo, la luz cálida del momento, el caballo y el jinete me han dado unas ganas enormes de salir del coche y tomar una fotografía. Pero para cuando bajamos del coche, todo habia desaparecido. Luego nos hemos metido en un restaurante a tomarnos un café beduino. Un café muy especial, ya que le añaden "hena" y le da un sabor muy curioso.
Finalmente, cuando hemos vuelto al kibbutz, Ricardo nos ha dejado cerca de la playa y ofer y yo hemos estado haciendo el estúpido un rato. (Veánse las fotos)
Hoy, aunque no lo parezca, dormimos en el refugio de la casa. Todas las casa aqui están habilitadas con uno, aunque a día de hoy se utilizan como una habitación más.
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