martes, 28 de febrero de 2012

Día 30 - Indagando en el limbo de la línea verde

Ofer Laszewicki

Alambrada de la base militar, al fondo puede verse la verja metalica que divide el territorio.

Probablemente, hoy ha sido uno de los días de más provecho durante nuestra estancia en Israel. Preparados con un buen desayuno y la ropa limpia de nuevo, nos disponíamos a recoger a Lidya Aissenberg, periodista “freelance” y educadora social, en su domicilio en el kibbutz Mishmar Ha’emek, ubicado en pleno corazón del precioso valle de Yizrae’el. Si bien la finalidad previa del encuentro era conocer el funcionamiento del Campus Givat Ha’viva, reconocido centro educativo en funcionamiento desde el 1949 y impulsor de múltiples proyectos en pro de la reconciliación de árabes y judíos, el plan acabó siendo distinto pero, a la vez, muy gratificante.

Tras invitarnos a un café en su casa y explicarle las intenciones de nuestra estancia aquí, nos demostró rápidamente su interés en ayudarnos a explicar lo que se cuece en la región, que no es poco. Primero, nos sacó unos mapas y nos ubicó geográficamente todos los puntos de interés. La misión era recorrer los puntos estratégicos de la zona noroeste de la línea verde, la zona que delimita el estado hebreo con los territorios palestinos de Cisjordania.

Barrera de seguridad o muro del Apartheid.
De entrada, una idea rápida: no creáis que toda la barrera divisoria se trata del inmenso muro de hormigón que normalmente habréis visto en televisión. El 90% del trazado esta formado por una verja metálica equipada con infinidad de cámaras de vigilancia, además de un camino de tierra intermedio por donde circulan las patrullas israelíes y diversos “Checkpoints” –puntos de control de tráfico humano- de medidas y funciones distintas. Aquí toda está a tiro de piedra: la misma ruta 66 donde está el kibbutz anteriormente citado lleva directamente a la emblemática ciudad palestina de Jenin, a la que se podía cruzar libremente antes de la segunda intifada del año 2000 y la posterior decisión de implantar la separación física.

Um el Fahem
Como ejemplo del enorme contraste de las dos narrativas existentes, para los israelíes se denomina “barrera de seguridad”, mientras que los palestinos lo denominan el “muro del Apartheid ”. Tras el inicio de la intifada, se produjeron en la zona brutales atentados: el primer cruce que pasamos alberga un monumento en memoria de diecisiete israelíes fallecidos al estallar un autobús de la compañía Eged. Y como éste, se dieron seis casos más. Al preguntarle sobre la cuestión, Lidya nos ofreció su opinión, que refleja perfectamente que no todo es tan “blanco o negro” como parece ser. Si bien no se manifestó en contra de la construcción de la separación, ya que lo creía conveniente para evitar la libre circulación de palestinos dispuestos a perpetrar atentados, si alzó su voz cuando se certificó que con su instalación Israel se “tragó” varios kilómetros de tierra más allá de la línea verde, donde actualmente existen cuatro asentamientos judíos.

Bartaa
La situación es perpleja: se ha creado una especie de “limbo” entre el límite original y la barrera, que ha dejado a varias poblaciones palestinas en zona de circulación israelí. Así es el caso de Bartaa, poblado dividido entre este y oeste. La parte este, en la que pudimos entrar, es parte de la zona B, bajo control de la Autoridad Nacional Palestina. Y, ciertamente, el panorama es muy distante a las aldeas árabes dentro de Israel: todo está echo polvo, mucha suciedad, no hay ley –los coches van por dónde les sale-, hay vendedores ambulantes a diestro y siniestro y las banderas palestinas ondean en todos los rincones.


Uno de los talleres de Giva Ha’viva.

En Bartaa pudimos disfrutar de un excelente manjar en un restaurante de un hombre muy amigo de Lydia. Esta, claramente identificada con su estrella de David colgando de su cuello, no tiene ningún problema en venir aquí, donde conoce mucha gente. Igual que en muchos otros poblados árabes. No todo es tan simple como parece desde fuera, creedme. Y esta mujer es uno de los más claros ejemplos. Izquierdista y pacifista convencida, ha dedicado toda su vida a luchar por el mutuo entendimiento, pese a haber vivido a pocos kilómetros de distancia los episodios más crueles de las continuas refriegas acontecidas.

Su tour nos llevó por todas las colinas estratégicas de la región, desde dónde podías presenciar con facilidad la cercanía de las aldeas palestinas con las colonias judías. Además, nos contó por el camino infinidad de buenas historias que ella ha escrito sobre las tan distintas gentes. De hecho, ella práctica un periodismo idéntico al que a nosotros nos interesa: centrado en historias humanas. La verdad, sería imposible citarlas todas aquí. Me encantaría poder volver y pasar más tiempo y poder trabajar bien en todo ello.

Ya a la tarde, nos llevó a Givat Ha’viva, pese a que ya estábamos algo agotados. Ahí nos encontramos con una encargada del centro de arte, donde se llevan a cabo talleres de fotografía, cine, pintura, cerámica o cocina, que sirven para romper el hielo entre jóvenes de ambos pueblos. Lo peor, según ella, los encuentros durante la segunda Intifada o la guerra de Gaza: de los momentos más duros jamás vividos.

Estuvimos poco más de hora y media, por lo que nos queda una cita pendiente para conocer más a fondo el lugar, entrevistar a más gente y completar un buen reportaje. Pero, como podéis certificar, las sensaciones son muy buenas. A la vuelta, atascos, lluvia y un leve desvío que nos costó un buen rato de carretera y manta. Aún así, llegamos sanos y salvos a Haifa, nos hemos cenado un buen salmón con la receta que les di –una salsa de aguacate y queso de cabra para acompañar, riquísimo- y a dormir pronto que mañana toca más. Estoy exhausto, el cuerpo derruido, pero la mente activa y el corazón palpitando. Este país da para mucho. Paz hermanos. Diblastos.

Pd: En el camino nos hemos encontrado unos jóvenes beduinos con una tropa de camellos de lo más curiosos! De echo, uno era blanco cual copito de nieve! Brutal!! 


Lo tipico, un camello blanco...



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