Ayer fue un día totalmente vacacional, por lo que la actualización del blog quedó totalmente descuidada. Básicamente, nos dedicamos a comer, dar un pequeño paseo, comer, comer y descansar, porqué ya no podíamos comer más. Si, es lo que tiene la hospitalidad israelí, que te pones hasta las cejas. Estuvimos de visita en Mishmar Ha'Negev, dónde Irene y David nos recibieron estupendamente para pasar un tranquila jornada en el norte del desierto. Nada más llegar, una deliciosa carne al horno con papas, acompañado de verduras frescas de la región. Dos horas después, la hora del café acompañado de una tarta de chocolate y otra de queso. Y para finiquitar, una cena a base de crema de brocoli y pasta a la carbonara. El Oli se fue rodando a la cama.
Hoy el día amaneció apocalíptico: en el Kibbutz soplaba un fuerte viento, el cielo estaba gris oscuro y las nubes amenazaban tormenta de la buena. Visto lo visto, el paseo por Beer Sheva quedó en nada y fuimos directos a la parada de autobús para volver de nuevo a nuestra casa, es decir, el hostal Gordon Inn. Y suerte que tuvimos: pocos minutos después se inició el gran diluvio, que por suerte pudimos contemplar desde nuestro refugio.El estado de ánimo de hoy no es el más óptimo: Oli tiene algo de dolor de muela, yo una especie de tortícolis, el día es horrible y no tenemos ningún plan para el fin de semana. Veremos en que deriva todo. De momento, hemos llamado a Uri en busca de asilo, así que compraremos algo de cena y cervezas y nos pondremos una selección del mejor rock que tanto echo de menos.
En el Kibbutz de Mishmar Ha'Negev |
Las fotos las subiremos más tarde, ya que el fotógrafo está totalmente inválido y ni tiene la tarjeta gráfica a mano. Así que tendrán que esperar. Nos vemos hermanos. Diblastos.
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