Ofer Laszewicki
Muy buenas de nuevo amigos y amigas. Lamento no haber escrito ayer, pero ciertamente fue un día poco destacable. Tel Aviv estaba azotada por una especie de huracán Katrina o algo similar, cosa que nos influyó muchísimo en nuestro estado de ánimo. Lluvia a trompicones, viento fuertísimo, oscuridad y malas vibraciones. Como no podía ser de otro modo, nuestro físico se resintió: Oliver estuvo todo el día medio enfermizo con dolor de barriga constante y yo, todavía no sé porqué, me desperté con un dolor en el músculo del cuello que todavía estoy superando. Vamos, un bodrio.
Lo poco que hicimos fue salir a dar una vuelta por el paseo marítimo para ver las olas romper, empaparnos un poco y confirmar que lo mejor era quedarse internado en el refugio. Dado su bajo estado de forma, mi socio volvió rápidamente a la cama, mientras que yo decidí ir a comer un humus al Abu-Dhabi, para ver si entre el buen plato que te sirven y el reggae que ameniza la comida me inyectaban algo de buenas vibraciones. Del resto, poco más: algún té, otra lección de billar –y ya van- y unas risas con los personajes que corren por aquí. Ah, y vi de nuevo el Espanyol gracias a la gentileza de rojadirecta.me.
Ofer y yo cobijándonos de la tormenta. |
Hoy, tras el desayuno –que mal me ha sentado el “shakshuka”(huevos con carne y cebolla y picante, un puro infierno matinal!)-, tocaba hacer de nuevo la colada, ya que los calcetines de Oli eran más peligrosos que la amenaza nuclear iraní y mis gallumbos, dada la shakshuka, eran manjar del mismo satanás. Tras la correspondiente hora de lavado y secado, fuimos a por la siguiente meta: la visita al Museo de la Diáspora, o Bet Hatsfutsot en el lenguaje local.
Para los que no saben de que va el tema, los judíos somos un pueblo que durante miles de años hemos vagado por lugares de lo más variopintos a lo ancho y largo del planeta. Amados por pocos, odiados por muchos, los judíos se establecieron en muchos países, se mezclaron con sus culturas y huyeron demasiadas veces por motivos difíciles de explicar. Lo más importante, no obstante, es recordar que el judaísmo nació aquí, en lo que hoy es Israel, por lo que la creación del estado más de sesenta años atrás no es fruto de ninguna casualidad ni es resultado directo del genocidio nazi, la cosa viene de mucho antes.
Por un recorrido muy bien estructurado, el visitante logra conocer mediante gran multitud de datos, reproducciones, objetos, y audiovisuales los diferentes aspectos a tener en cuenta para conocer a fondo el judaísmo: la tradición, las festividades, el culto, los epicentros de la diáspora durante sus distintas fases, la persecución, la resistencia y la definitiva creación del estado. Además, se hacen múltiples referencias a aspectos culturales, como el teatro o la música, entre otros, que tan ligados estuvieron a los judíos europeos del pasado siglo. La verdad, es difícil asimilar tal cantidad de historia en tan solo tres horas, por lo que os recomiendo que si algún día lo visitáis lo hagáis con mucho más tiempo.
A la salida, de nuevo lluvia. Fuck. No esperábamos esto aquí, parece que es el año más lluvioso desde que nació Jesús, o eso parece. Las piernas estaban cansadas y los estómagos vacíos, así que el objetivo a la vuelta era pasar por el supermercado y comprar lo básico para preparar una “carbonara oriental” (digo lo de oriental porqué encontrar bacón aquí es más difícil que contactar con Dios): cebolla por doquier, champiñones a precio de oro, unas salchichas baratas, nata y espaguetis. El resultado, tras hora y pico de esfuerzo y dedicación, ha sido de lo más resultón.
Y nada, aquí estoy, escuchando al gran Bob Dylan para inspirarme escribiendo mis humildes reflexiones. Nuestro siguiente plan, si todo va bien, es visitar Neveh Shalom/Wahat al Salam, un poblado dónde conviven judíos y árabes fundado a finales de los años 70. Este lugar es todo un ejemplo por diversos proyectos educativos, culturales y sociales que ha llevado a cabo y que demuestran que con un poco de voluntad este cansino conflicto podría pasar definitivamente a la historia. Lamentablemente, a día de hoy hay muchos factores que lo impiden. De momento, la encargada de hacer las recepciones y explicaciones a foráneos no nos atiende el teléfono, por lo que esperaré hasta la mañana para tener confirmación.
Además, tenemos el contacto de Muki Tsur, hijo del primer embajador israelí en Argentina y reconocido miembro del movimiento kibutziano con el que tendremos el privilegio de poder encontrarnos para acabar de definir nuestro reportaje sobre la materia. Tiene buena pinta, pero desafortunadamente tampoco ha atendido mi llamada.
Así que, con un té y “Hurricane” sonando a todo volumen, me despido hasta que tengamos novedades. Saludos y paz a todos. Diblastos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario