Ofer Laszewicki
Dolor de cabeza. Cara enganchada a la almohada. Cerca de las doce, la cara de Oliver asoma por mi litera. “Que hora es”?, pregunto. Nuestro deplorable estado físico era resultado de la noche anterior. Pura diversión. Acompañados de la cuadrilla del hostal, formada por una mezcla de suizos, más suizos, un brasileño y un argentino que ahora está vagando por Estambul (un saludo Sebas!), nos aventuramos a descubrir que ofrecía la fiesta de Tel Aviv. Y, visto el resultado, fue un éxito.
Boris y Vladimir in da ghetto |
La primera impresión al entrar a los locales es de lo más bizarra: clubs instalados en centros comerciales o en los bajos de edificios comunes que en su interior albergan fiestas de lo más curiosas que jamás haya vivido. La estrella de la noche, como no, fue Oliver. Sino, que pregunten al resto de la expedición. Ciertamente, pasamos un gran rato, nos metimos en uno de los lugares de trance-techno que al parecer gozan de tanto renombre en todo el mundo y lo vivimos como si fuera nuestra verdadera pasión. Que remedio, porqué aquí parece que el Rock ‘n’ Roll forma parte de la historia.
Ya por la mañana, y tras haberme perdido el nutritivo desayuno del hostal, decidimos que ya era hora de lavar la ropa. Si, usar la misma que la semana pasada en Jerusalén dándole la vuelta no es una gran solución. Así que cogimos la bolsa de prendas sucias, tomamos café y litros de agua para recomponernos y bajamos a hacer la colada. Durante la largo rato de espera, probamos el falafel del restaurante de enfrente –bueno, bonito y baratísimo, unos 10 shekel (2 euros)- y conocimos un hombre mayor de lo más peculiar llamado Yosef. Judío nacido en Líbano, emigró a Israel en 1975 huyendo de la crueldad de la guerra civil de su país. De ahí, a Estados Unidos a labrarse un futuro, país que describía casi como un paraíso. De hecho, prefiere Brooklyn a Tel Aviv. En fin, uno de esos señores que le preguntas la hora y te suelta una hora de conversación.
Luego, al hostal a reposar. Unos billares con los primeros que aparecían, más café, cigarros en la terraza y consultar la actualidad. Por lo que veo, el Barça sigue sin ganar de visitante, cosa que en absoluto me entristece (Si, ya sé que el Espanyol ha perdido contra el último clasificado, pero eso ya es tradición). Ah, también he visto un peliculón que os recomiendo: “Lions for Lambs”, del mítico Robert Redford. Habla sobre la guerra de Afganistán, el poder, la prensa y la educación sobre todo ello. Muy aconsejable.
Como el falafel era calité y económico, decidimos repetir ambos, así que hemos culminado un doblete que da gusto. Unas cervezas en el supermercado 24 horas AM-PM (3 de 50 cl. por 18 shekels, lo cual visto el panorama está muy bien). Más billares, más risas en el hostal, conociendo nueva gente y disfrutando de la vida.
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